viernes, 11 de septiembre de 2009

CITA EN HAWAII

Tras la disolución de Paraíso, en el otoño de 1980, su líder y cantante, Fernando Márquez ‘el Zurdo’, emprendió los preparativos para la grabación de un hipotético disco en solitario al mismo tiempo que organizaba una nueva formación musical, Pop Decó. Su proyecto como solista se truncó pronto, de igual modo que el nuevo grupo musical, donde repitió experiencias con Antonio Zancajo (guitarra) y Mario Gil (teclados) ambos excomponentes de Paraíso y posteriores fundadores de La Mode.
Fernando Márquez había intentado atraer sin mucho éxito para su nuevo proyecto a los componentes del grupo madrileño de tecno-pop Oviformia SCI, al igual que lo había logrado de forma efímera con Curro (El Humano Mecano), luego fundador de Metal y CA, así que, finalmente, decidió unirse a la nueva aventura de tintes piyamaránicos que habían emprendido los mencionados Zancajo y Gil. Desde un principio se intentó que esta nuevo proyecto, ya bautizado como La Mode, fuese un claro reflejo de los designios musicales marcados por Ferry, Eno y Fripp desde Roxy Music, aunque su resultado final sería muchísimo más pop. Eso sí, envuelto de sobrados halos de sofisticación y glamour.
Con ‘el Zurdo’ como vocalista, ideólogo y letrista, en La Mode, Zancajo y Gil fueron los encargados de diseñar un atractivo y elegante fondo musical para un magnífico repertorio que pronto haría historia entre el mejor pop español de todos los tiempos. Alineados entre los grupos con caja de ritmos y marcando el paso de la ‘onda culta’ de la música moderna estatal, La Mode debutó el 12 de diciembre de 1981 en el escenario de la Escuela de Caminos de Madrid. Poco después grababan su primera maqueta, un excelente trabajo donde ya destacaban canciones como ‘Cita en Haway’ o ‘Aquella chica’, trabajos de pop melódico y moderno con textos plagados de referencias estéticas y literarias.
Inicialmente, La Mode tuvo verdaderos problemas para encontrar un bajista estable. Por el puesto pasaron Juan Verdera (exbajista de UA, posteriormente en Derribos Arias) y la punk aristocrática Almudena ‘Jane’ de Maeztu (bajista de Las Brujas, más tarde en Alphaville), hasta que en 1982, Álvaro Cárdenas (hijo de Gloria Van Aeersen, mitad del dúo Vainica Doble) se hace finalmente con el puesto, aunque a título de colaborador. Ya en 1982, el trío ve editado su primer trabajo discográfico por el sello independiente Nuevos Medios. Se trata de un lujoso maxisingle con una vanguardista portada realizada por el diseñador Montxo Algora (que en el futuro seguirá siendo el grafista del trío) que contiene los temas ‘Aquella canción de Roxi’, ‘Amor en taxi’, ‘Asesinato en el ascensor’ y ‘Enfermera de noche’, este último, un claro hit que incluye un enérgico solo de saxo tenor a cargo del malogrado Ulises Montero, personaje y músico emblemático del rock madrileño. El disco fascina tanto al público como a la crítica especializada y pronto es elevado a los altares de pop español. En plena racha de éxito, el trío ve publicado pocos meses más tarde ‘El eterno femenino’, todo un álbum de 9 cortes que se erige como la obra maestra y conceptual del momento. Y es que absolutamente todos sus temas (‘Cita en Haway’, ‘Mi dulce geisha’, ‘Aquella chica’, ‘Las chicas de la Inter’...) pasan al acervo del más exquisito pop estatal por su gran calidad y son piezas fundamentales para comprender a un creador inspiradísimo, en su mejor obra y viviendo sus días más dulces. En ese momento La Mode comienza a girar por todo el país continuando una exitosa carrera artística que pronto se verá truncada por las secuelas de una lesión pulmonar que impiden que ‘el Zurdo’ pueda prodigarse en directo. La noticia salta en 1983, al mismo tiempo que el grupo lanza un tercer disco, un maxisingle de pobres resultados comerciales que contiene ‘Negro y Amarillo’, ‘Intenciones’ y ‘Asuntos exteriores’. De forma paralela, ‘el Zurdo’ cede algunas de sus canciones para los primeros lanzamientos discográficos de gente tan dispar como Kikí D’Aquí y Azucar Moreno, y anuncia que seguirá grabando con el trío, abriendo la posibilidad de que Antonio o Mario se encarguen de la voz en los directos, algo que jamás llega a suceder. En ese momento, el cantante vuelve a recuperar su actividad fanzineril a través de sus Cuadernos Prometeo, a la par que retoma su carrera literaria, emprendida años antes con el libro ‘Todos los chicos y las chicas’ y consolidada en 1981 con su madrugadora crónica de la movida, ‘Música Moderna’.

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